Es de conocimiento popular que sobre los sueños amarillos recae la sospecha de que son chinos, y por ende, de que hay algo mal hecho en ellos. Yo no lo he constatado, pues no he querido invertir mi tiempo y mi dinero en objetos de ínfima calidad, pero más de un amigo ha tenido que lidiar con el problema. Y, tristemente, han caído de bruces.
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